viernes, 25 de marzo de 2011

APLICABILIDAD DE LA GENEROSIDAD EN LA EDUCACIÓN:

Uno de los objetivos en la formación de los chicos es que sean generosos, es decir, que actúen en favor de otra persona desinteresadamente. Pero en los pequeños, esta virtud está poco desarrollada y suelen actuar por otros motivos: por agradar a la persona que aprecian o por conseguir una contraprestación.    Es claro que resulta más fácil hacer un favor a una persona que nos resulta simpática (un hermano, un amigo) que al que nos cae mal. Este hecho se da especialmente en la adolescencia, en la que se juzga a las personas sin matices: son buenas o malas, simpáticas o antipáticas. Y los actos generosos se dirigen hacia los simpáticos y buenos. Pero esto no es auténtica generosidad, porque no se actúa a favor del que lo necesita, sino a favor del que me cae bien.   Para educar a los niños en esta virtud habrá que ir poco a poco, como por un plano inclinado. Primero ser agradables a los simpáticos y luego, con esfuerzo, con todos los demás. Si los padres aprueban los pequeños esfuerzos que hacen sus hijos, les estarán motivando a seguir con estos actos generosos.



El segundo motivo es ser generoso para conseguir una contraprestación. Esto se da cuando un niño presta o regala una cosa que necesita un compañero, pero sabiendo que otro día, cuando él necesite algo, el compañero tiene obligación de contraprestar. Es como si dijera: me debes un favor. O te doy para que me des. Esta conducta si se realiza de forma intencionada puede terminar en el egoísmo.

Por otra parte, el niño es egocéntrico, todo gira en torno de él. Pero los padres pueden abrir nuevos horizontes descubriendo que hay otras personas que necesitan algo que el chico les puede dar. Esto puede resultar más fácil si en la familia se vive un ambiente de participación y servicio a los demás. Tanto en las familias como en las escuelas es una práctica común establecer “encargos” o tareas concretas en favor de los demás y con espíritu de servicio.

Para seguir en este camino de formación, los padres o profesores pueden enseñar a los chicos el valor de lo que poseen, ya sea dinero, objetos concretos o su tiempo. Y en un segundo momento hacer descubrir las necesidades de los demás y el valor de dar algo de lo suyo aunque cueste esfuerzo.

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